Alfredo Saez

-El Anden-

 

Alegría en alta frecuencia

me aguardaba desde ayer

y en el andén de la paciencia

dulce espera, cuerpo de mujer.

Solitario hastío parecía culminar

resguardo  de relojes sin agujas

inútil quietud del bulevar

cónclave mayor de mis brujas.

De pronto, un tren de pasajeros,

larga fila de peatones

cada cual con sus aperos,

multitud de ojos marrones.

¡Sorpresa! Avanza un faro celeste

que ilumina la antigua soledad.

Ella viene por el Este…

¡y el corazón sistolea mi felicidad!