Yo adoro de verdad mi poesía,
de la misma forma la detesto
si no encuentro el vocablo tan honesto
que muestre su sentido y armonía.
Me complace con ritmo y melodía;
el asunto que sea manifiesto,
que sus versos retraten bien mi gesto
dejando clara toda mi porfía.
Mas no quiero que sea un cascarón
vacío, sin ningún pulso, sin nada,
donde tan solo exista la razón.
La quiero poesía arrebatada
que hable directo al mismo corazón,
fiel reflejo de un alma apasionada.