Olvidan a sabiendas, la distancia
y dicen que no es ella una tirana
algunos de los sueños de la infancia
por verme sonreír en la mañana.
Me acercan insistentes la fragancia
de la niñez que siento tan lejana
aquella donde el cielo de mi Francia
le brindara su luna a mi ventana.
Renuevan con quimeras e inocencia
aquello de la vida que es la esencia.
No negarle una estrella a la alegría.
Conscientes todos ellos de mi ocaso
al ver lo entristecido de mi paso
recuerdan que en mi ayer... yo sonreía.