Alberto Escobar

Vamos al turrón

 

De ese mar interior
me siento en la orilla.

 

 

 

 

 

 

 

 

Estamos en pleno agosto y me hablas de navidad.
Estamos en esta habitación, cargada de nostalgia,
repleta de calor con un aire que acondicionado
no acaba de acondicionarse, y tú me hablas quedo
de navidad, de aquella navidad...
¡No lo entiendo, no puedo entender tu empeño
por poner una etapa del año que de rojo y blanco
la clavas entre nosotros cual una larga cancela, 
tu nostalgia de ese tiempo, de un tiempo que gotea
la grasa de unas freidoras que claudicaron al aceite
de un imposible —las empanadas ya no saben tan ricas.
Cada vez hace más calor en esta habitación penumbrosa,
¿Será por eso que me hablas de Navidad, para compensar
con el frío del recuerdo el infierno ambiente?
Tu no desprenderse del recuerdo llama de dentro un mar
de ausencia y lágrimas, el amor se levantó ya a decir adiós
entre los visillos de un tren que se va alejando.
¡Deja ir lo que debe irse! No quieras a la trágala ser garfio
de la estela de un navío que no tiene destino, y que así fue
anunciado por megafonía: \" En breve instantes saldrá
el carguero procedente de Nostalgia con rumbo a ningún sitio; 
señores pasajeros, apresúrense a no cogerlo, déjenlo ir 
sin dirigirle apenas una mirada de conmiseración.
Hace un calor que se precia de ascendente. Son las cuatro 
de la tarde en plena Sevilla en una tarde larga de conversación
y lamentos.
Déjate llorar hasta la última gota del pasado que has de dejar.
No te dé por recoger el vuelo de esos papeles que tiraste
al viento, déjalos solos a su vertedero, tirando a amarillo...
Deja estar lo que la vida se lleva consigo.
No consumas el erroricidio de lo adverso.