Tu verde mirada corta el viento
donde a fuego acuñaste tus huellas sagradas,
por el cristalino río de las blancas sombras
fluyen en silencio tus verdes lágrimas.
Suaves gotas de rocío en la aurora florecen
como pétalos de nieve en flamígeras rosas,
de tus labios se desprenden cálidos efluvios
que de rojo tiñen el blanco aroma.
Por las fragantes sendas del apacible céfiro
fluyen las esencias de tu cándida corola,
entre albas caricias de azucenas y jazmines
que liban los corales de tu divina boca.
Mi corazón avanza temeroso
por el diáfano río que sembraron tus lágrimas,
va en busca de las exhalaciones carmesíes
que se diluyeron como el lucero del alba.
En las alas del viento