¿Inquieto?, sí, porque no gusto verte
vestida con tu manto un tanto oscuro;
tu navaja, punzante con su apuro,
entorpece el camino de la suerte.
Y en la penumbra te gusta ponerte,
para nublar el rumbo hacia el futuro,
poner el corazón triste e inseguro
¡Tenías que ser tú, temida muerte!
Pero descansa en paz, yo no te espero;
y tampoco apresures tu guadaña,
que disfrutar la vida es lo que quiero
Reír alegre libre de cizaña,
caminando con ímpetu guerrero
hasta escalar la cima en la montaña.