Con el dedal, hilo y aguja,
va zurciendo amores eternos,
reméndando corazones
a la sombra y el silencio.
Bajo la luz de una vela,
teje incansable sus sueños,
y suspira melodías
que hablan ya de otros tiempos.
Bajo el sol de cada día,
cocina buenos soperos,
para alejar el hambre
de los que habitan su reino.
Y cada mañana temprano,
se alza a encender el fuego,
para llenar de vida y aromas
su rancho que es también su huerto.
Así la mujer que es madre,
esposa de un viejo barbero,
vive su vida sin penas
sembrando suspiros al viento.