Sólo en mi habitación,
sentado en mi colchón,
escucho una canción
al ritmo de mi corazón.
Es un ritmo lento y suave,
hace que me relaje a cada instante.
Comienzo a recordarte,
una lágrima sale
pues no he dejado de amarte.
En mi mente siempre has estado
desde el día en que te marchaste.
Ahora sólo en mi habitación,
mientras escucho nuestra canción,
te escribo este poema
que no es de amor,
si no, más bien de dolor.
Para que sepas
que desde el día
en el que Dios te llevo
ha estado roto mi corazón.