Hoy desperté a tu lado, contemplaba tu espalda como si fueras el sol saliendo en el horizonte, te giraste hacia mí como recordándome lo luminoso de tus ojos de color marrón; por un instante suspiré tratando de retener el tiempo, no quería que se escapara el silencio que nos abrazaba; se me había olvidado todo mientras compartíamos lo simple del momento, por un instante estuve en el lugar preciso, la hora perfecta, nunca había sido tan puntual en nuestra cita matutina que cada mañana nos ofrecía, entonces medité y me di cuenta que te amaba; te amaba tanto como para querer escabullirme eternamente en tus cálidos brazos y ser arrullada en tus caricias como brisa de tardes asoleadas.