Nuestros viejos, ya lloraron y criaron,
con trabajo nuestros estómagos llenaron,
hasta el abrigo se quitaron,
y del sufrimiento nos libraron.
En sus brazos nos cargaron,
a veces por nosotros gritaron,
una sonrisa en la cara se pintaron,
el sudor de la frente nos secaron.
Dijo; todo esta bien princesa,
aunque el dolor lo matara,
siempre con besos en la frente,
y la sonrisa reluciente,
orgulloso de sus crias,
que en la vejés le ayudarían,
a terminar contento,
pues ya el fin de sus días sería.