Hoy puedo decirte adiós
con toda mi voluntad,
no logro soportar más
tu mirar devastador.
Sucumbí a cada peldaño
a postrarme ante tu pie,
corroiste mi fiel mano
obligándome a caer.
Me incorporo nuevamente,
mi dignidad agredida
fue la fuerza y mi aliciente
para encontrar la salida.
Del amor que te juraba,
sin coraje, sin recelo,
no existe, no queda nada,
escucha: ¡ya no te quiero!