¡Monedas de plata!
tú por ellas bailas, simiesco;
y sin ellas, un pobre mono te ves.
-“Ellas en mis manos ligeras
con su brillantino color de áurea codicia,
visten mis fríos y desvisten debilidades
que hube de bregar en su pos”.
Veleidosas giraron en traidora redondez
yendo furtivas a novicias y ávidas arcas.
Guardo la soledad de ese ignoto que padece
confesionario lego de un banco fundido,
y expone la hipnosis aletargante de sus deudas.
Balsámicos y lúgubres seràn los lamentos caídos
junto a las hojas caducas de un vil precipicio.