Tal máxima, ¡cual esencia!
sobre mi ánima perdura
siendo tuya la figura
y el fragor de tu presencia;
los sentidos expectantes
que resurgen por mi voto,
que embotados cual un bobo
se recargan centellantes;
desde tu Pafos corporal
con aliento tan divino
y tu faz gobierna al vino
de algún interior pasional;
¡Qué es tu pose gloria pura!,
tesitura que empodera
cada instante, bella guerra,
¡venustez sin tregua alguna!
Son tus ojos tan airosos,
incesantes y gentiles,
muy perfectos y muy libres,
¡tan joviales e impasibles!
Es tu voz inmarcesible
de otros mundos superiores
que suspira a los acordes
de un tenue momento sublime.