La rama del árbol te cobija
calmándote el pesar que te quema
cubriéndote del mal que blasfema
evita que el corazón aflija.
¿Quiénes mirarán por la rendija
para señalarte tus flaquezas,
para reconocer tus grandezas,
o para llenarte de improperios:
burdos, ciegos, toscos, sin criterios
cuando el alma sufre de pobrezas?
Camina muy seguro y de frente
y sin fiarte de ninguna sombra,
también del que adulando te nombra
y a tu espalda su palabra miente.
Busca siempre el sol con luz naciente
que ilumine mucho tu camino,
que muy claro indique tu destino
para que alcances siempre tu meta,
con mucho estoicismo, sin careta;
y con carácter siempre genuino.