Tus brazos, un vehículo a la era
que aviva aquella brasa, que es la Vida,
creyendo haberla dado por perdida,
retorna a mi esperanza: Primavera.
Tu voz, susurro que al corazón cuida
me ciñe al pecho la Verdad primera:
Amor, que intenta hacer de pasajera
la sombra en mí que da profunda herida:
Dolor, que trepa al alma y que precede
a una voz ahogada en letanía,
que intenta retener tu compañía
en una eternidad que al tiempo cede.
Silencio sepulcral… Qué cosa rara!
también la soledad tiene tu cara.
El Silente Vagabundo