Diego Nicolás García Contreras

Podera

Ábreme una cuna, entre la nieve, dame tu oración. Seré una rama a tus ojos, en donde posarás tus aves favoritas, dame uns mejor oración de ti, uns que llegue a tus oídos fractales, y me permita fructíferar, ábreme de ti, y armame en la brisa, contra el tiempo, como si bailaramos, límpiarme el polvo que  te alaba y el cuesco que me queda ;arcíllalo, entre el granizo, murmúrale en el umbral que me avala, entre la roca y la zarzamora sacude tu mano de rocío. Encúmbrame la llama con las llemas en un chasquido inusual, incítame por accidente, enjuagame el tercer ojo, la corona de espinas enctustamé hasta que llegue a odiarme, permitiendo que entre tu frescura. Agítame los sueños. Ciernemelos con mimbre. Hilbana mis venas en el micelio, y trenzame con ceda la ebhebradura de mi cola, a las simas hornigueadas de laberintos, plasmame apreciando tu posición unida de broches y sales de la luna.  Enerbame en el ánimo de amar tejiendo la primavera que se enreda reencoroza de rubor en en el ojal de la raíz endémica, del augusto busto de la maleza vieja que es madriguera arquitectónica de quien perdió el susto.