Descendía por la ladera ondulante de su
-imaginación-
la niebla avanzaba atropelladamente por el fondo
del valle que tenía a lo lejos...
Sentía que su tiempo se le escapaba en un
laberinto, en una encrucijada de silencio y
- oscuridad -.
Su tiempo se consumía desgarrado en su
memoria, como astillas de cera quemándose en
- su interior -.
La luna salió de pronto iluminando su rostro...
Los latidos de su pecho penetraban en las raíces
- de su tiempo-;
tiempo escaso, diluyéndose en la memoria de
- su cerebro -.
La distancia era muy grande para abarcar su
- camino -.
Su angustia y su cobardía se le acercaban como
un relámpago en la noche,
todo se iba agotando porque quedaba muy poco.
Sabía que en su trinchera su vida estaba herida,
moribunda de sonrisas, de horas, de sentimientos.
Caminaba por el túnel de su efímero momento,
ya no sentía nada, ya no había claridad,
solo un lamento infinito en el tiempo de su vida.