Jose Guio

Desatento

Aquí, donde parece que estoy oprimiendo abruptamente la comisura de mis labios,

cual banquero a su cliente,

me encuentro lleno de esferoides no luminosos,

pigmentos aleatorios en la capa principal de la epidermis que cubre la carne que llevo a diario.

Con una suave pero aparente tranquilidad asfixiante,

en tanto que analizo mi perspectiva occidental,

la profundidad de la existencia bajo el margen de acción y cambio real que tengo...

Percato que la sinfonía anacrónica e inquietante del poco deconstruido y explicado,

movimiento rotatorio del tamborico en la lavadora,

intento reflexionar ante la destrucción inminente y colateral de la vida humana en el planeta Tierra,

la transformación de la energía, y las interesantes conspiraciones detalladas en los aparatos electrónicos anclados a una red wifi,

oriundas de los acontecimientos pasados en el país norteamericano.

Que por cierto, poco afectan la satírica naturaleza social del entorno fuera del pánico colectivo.

Sigo desatento,

distraído por una Maruina Amada, que busca sobre el elemento arquitectónico ubicado en el hueco de la pared,

compuesto por un cristalino de apariencia transparente,

entrar a buscar cual fuera alimento en la basura para realizar su emesis,

regurgitar y proceder a darse el festín que sacaría su necesidad por nutrir su organismo.