Limpiaba mi habitación cuando escuché los golpes que provenían del armario. Lo abrí y vi que una caja se movía débilmente. La tomé y la abrí.
-¡Por fin!- Exclamó la muñeca que mi mamá me compró en una venta de garaje cuando tenía 5 años. -¡Cómo has crecido! -Me dijo sorprendida.
Un poco asustada, volví a meterla en la caja.
-¡No, por favor! -Gritó. -No quiero estar otros 30 años encerrada.
La saqué y la abracé.
-Solo eres un juguete y por eso te tengo guardada. -Le dije mientras le arreglaba el pelo.
-Hagamos un trato. -Me dijo.
-Déjame ser la muñeca de tu hija. Ahora quiero dormir en sus brazos como tiempo atrás lo hice en los tuyos. Tú lo has dicho... Soy un juguete y mi función es divertir, no estar guardada.
La besé y se la regalé a mi niña, quien feliz, me pidió comprar ropa para vestirla.
La muñeca sonrió.
Anna Gutiérrez.