Bajo la luna llena,
El calor de la fragua resonaba,
Quiso que entre sus llamas,
Las libélulas y las mariposas revolotearan.
Nos traían mensajes de antaño,
De los que estuvieron entre nosotros,
Y se marcharon.
A la luz del Cándil,
Entre bailoteos, cantes y palmas,
Vi brillar tus ojitos:
¡Ay tus ojitos negros!
Esos por los que yo me muero.
Me dieron al oído las mariposas,
Que tú corazón y el mío latían;
En un mismo ritmo, por un mismo aroma.
Me dijeron también las libélulas;
Que corriera a tu paso,
Que buscara tu senda,
Que tú y yo en otra vida,
Ya nos habíamos besado el alma,
Y jurado la vida entera...
Que si no era en esa otra vida,
Sería en esta.
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Lydia Gil