Haces extensas las noches
con tus manos llenas de semillas,
girasoles embriagados que circulan
por tus huellas dactilares.
Las manos brillan, son círculos
emigrantes que buscan pájaros
entre las nubes y las tardes.
Busco tu cuerpo, cuando la ausencia
ya ha llegado; miro de frente al horizonte
permanentemente enquistado.
Ah tus huellas y tus labios, cerrados
a cal y canto, como las puertas
de tu silencio.
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