Raul Gonzaga

Qué seré después de aquel triste ocaso



Qué me quedará después de tus besos,
qué me quedará de aquella pasión,
qué me quedará del franco fervor,
tan solo el amor que es lo único eterno;

Qué te entregaré si cede mi cuerpo,
qué te alumbrará si se apaga el sol,
dime vida mía, qué seré yo
cuando libre mi alma sea un silencio;

seré esa caricia que va a tu lado,
despierto vigia que te protege,
el escalofrío por mis abrazos

suaves y sutiles que se entretejen,
la dulce tibieza que hay en tus labios
y la fe que salva y te impulsa siempre...