Llevaba en su cara una sonrisa perpetua
y entre sus clavículas colgaba un cascabel.
La vida te arrancará esa sonrisa,
le dijo la vieja voz de la envidia.
Y se juró no perderla.
La vida siguió adelante.
Ahora no recuerda qué fue del cascabel,
pero en su cara lleva
una triste sonrisa perpetua.