Sintió dentro del alma…
aquella fresca brisa,
la epidermis cautiva, suave, eriza;
como mueve la palma
sin daños y sin prisa,
así la percibió, tierna y huidiza.
Fue brisa refrescante…
y agradable su clima,
deseando envolverla con su abrazo
un segundo, un instante,
sintiéndose en la cima
pensando en construir juntos el regazo.
Fue brisa pasajera…
que lejos fue volando,
la epidermis nunca sintió la brisa;
y esperando, volviera,
solo quedó soñando
recordando su cálida sonrisa.