De volver a tu encuentro,
no me verás abrir el verbo llorar para ti.
Te miraré con mirada que rompe el tiempo
mientras las gotas de rocío pasan frío
en el jardín y el amanecer abre
sus ventanales a la tediosa
velocidad de la luz. Tan solo te diré que todavía
soy incapaz de olvidar ese morder el sabor a sal
de tus besos.