Un mensaje.
Una cita.
Un suspiro...
El día llegó.
Te imagino cerca mientras, distraída, me desvisto al caminar.
Sonrío.
Mis pupilas se dilatan.
Mis párpados se relajan en tono soñador.
En recuerdos, disfruto tu olor, que me subyuga,
adelantando emociones que provoca, aspirando el aire con serena vehemencia.
Respiro entrecortado...adivinando la gloria que me aguarda.
Libero mi cabello.
Lo alboroto con mis dedos, y a paso lento, voy al guardarropa.
Falda?...vestido?...el rojo sin duda es perfecto. Sencillo, ligero.
El vapor tibio me domina.
Entro en su busca sintiendo en la piel el calor del agua.
Cierro los ojos, pensando en tu sonrisa divina, en tu plática amena, en tu voz masculina...
Siete de la tarde.
Un saludo cálido.
Tu carisma invade el ambiente.
Dejo mi abrigo esperando disimular mis nervios.
La puesta del sol en la playa anuncia el crepúsculo, y éste, un deleite inconfesable.
En mi mente, un placer infinito me apresa.
Un escalofrío me recorre.
Oscurece mientras sigo el camino de tu copa, casi, sin atender lo que dices...
Tu sonrisa me desarma.
A propósito, te sientas lejos de mí, como observando un panorama.
Tus ojos me acarician sin lujuria, despacio, entera.
Esa manera tan tuya de disfrutar anticipando, me deja sin aliento.
En la terraza, las estrellas fulguran prometiéndo entre destellos una noche intensa, fogosa, profunda.
Te mueves controlando tu espacio. Seguro. Paciente.
Bebemos el vino y prendes el fuego...
Las olas ondean en las rocas demandando concordancia...
Con cada palabra el disfrute crece inefable.
Aumenta en cada minuto, sin tocar, sin besar, sin la mínima prisa; con la mayor certeza...
Tratas de seducirme sin saber que no hace falta.
De pronto, entre sombras y el reflejo crepitante de las llamas, te siento frente a mí.
Tu mano se acerca; el hechizo me atrapa.
Música y luz tenues.
Bailamos un Blues que, lejos de ayudar, me arroja al precipicio...ese aroma tuyo.
Un vaivén tibio que arrulla; un torbellino lento que enreda;
un olor celestial que ciega; y esta pasión, que me ahoga.
En mi rostro, siento el calor de tu piel que no me toca.
A ojos cerrados te busco inmóvil, esperando el encuentro inevitable...
Esto no es sexual. No. Es sensorial.
Un estado de elevación a donde tu solo recuerdo, me transporta;
tu presencia, lo agrava; tu cercanía, lo agudiza y
tu contacto...
Siento tu beso al morir.
El remolino me avasalla.
Me abandono sin escrúpulos.
Te he extrañado tanto amor mío!!!...