Vino triste, como el atardecer que hiere
las pupilas,
como sangre amarga y floja
que ha perdido su perfume;
Te ha bebido la golondrina
y ha volado
en espiral hasta su nido
como si una espina cruel hubiera entrado
en el corazón
de su memoria;
¡Yo te bebo cuando estoy vacío!
Cuando escala el dolor hasta el vaso
como una víbora
sedienta bajo el sol;
¡Yo te bebo en el silencio!
Porque vivo para arder
en el miedo de vivir inútil
y para darle júbilo a mi sangre
que se ha perdido
en la sombra pasajera del recuerdo.