Enamorarse hasta la médula es cuando cada célula respira aeróbicamente su nombre. El tiempo se detiene solo por esa persona y cada minuto juntos, se repite con exactitud en la memoria. Es la cómica obsesión que nos entra por sicoanalizar a nuestro amor en cada detalle, adentrarnos en un análisis que desea a toda costa dar positivo a que le gustas y te corresponde.
Es abrir el teléfono millones de veces y buscar un sms suyo o leer otro trillón de veces más el \"hola\" del saludo. Como el amor es mágico, no solo lees el \"hola\", le escuchas en tu imaginación pronunciar cada letra con el tono exacto de su voz y en ese instante, entre una delgada línea de verdad y fantasía, fuertes corrientes de nervios electrizarán cada pulgada de ti.
Enamorarse hasta la médula es creerle perfectamente imperfecto, tener ganas de gritarle al mundo tu amor, creerte capaz de correr sobre los mares y volar por la sencilla razón de que aunque quieras, no puedes mantenerte en tierra. Llegar a sentirte sujeta a una nueva ley de gravedad.
Es sentir como se unen el día y la noche en el calendario sin que te importe. El único tiempo que vale es el que compartes con esa persona especial. Notas que nadie se le compara y le sientes hecho a la justa medida que te alborota y serena. Es exactamente dulce para tu YO empalagoso o exquisitamente reservado a la cuota que exiges.
Enamorarte hasta la médula es escribir cartas y apreciar que el corazón dicta palabras que a tu intelecto, le salen como si llevara el cerebro de Neruda. Sentirte sencilla y afortunada porque alguien tan grandioso tiene ojos para ti. Es pensar que cada canción cuenta vuestra historia y que los poemas de amor fueron escritos pensando en ustedes, como si el autor hubiese viajado al futuro y los hubiese retratado en versos.
Enamorarse hasta la médula es: enamorarse. No hay amores incompletos, te enamoras o no lo haces; reconocerlo luego...eso es otra historia.