Cuando era chiquita me gustaba mi vecinita
le daba besitos bien cerquita del labio
y le acariciaba el pelo largo cada vez que podía.
Lo aprendí de las novelas que miraba mi mamá
en esas tardes que éramos solo ella y yo.
Le encantaban esas escenas
“las de amor” eran sus favoritas
y se emocionaba cuando veía que dos personajes
se besaban muy cerquita del labio
o cuando entre ellos se acariciaban
el pelo y el cuerpo.
Pero el día que me vio a mí
a ella y a mí
a nosotras
mi mamá me castigó
y no pude salir a jugar
por dieciseis años.