Es muy loco pensar en la coincidencia con una persona en un determinado momento de nuestra existencia. Casi como que de la noche a la mañana, alguien puede dar un giro a tu vida con el simple hecho de cruzarse en tu camino. Y quizá pudiste haber visto a esa persona cientos de veces, o no, pero pareciera que los planetas se alinean y hace que todo coincida para que, en ese preciso momento, coincidan.
La revolución de ideas que eso conlleva es una de las mejores partes. Puntualmente, me atrae mucho saber cómo se da esa situación; es algo que siempre dió vueltas en mi cabeza y trato constantemente de encontrar una respuesta.
Llevandolo a mi presente, vos estas siendo ahora mismo la personificación a esa gran pregunta. Un día te conocí y solo intercambiamos algunas palabras. Jamás hubiese imaginado el impacto que causaría esa presentación; como en cuestión de meses te volviste alguien tan imprescindible en mi vida.
Confieso que un corazón emparchado, teme y mucho una vez que vuelve a sentir. Los primeros meses, las primeras charlas; me dieron indicios de que debía arriesgarme, que me arrepentiría peor de no hacerlo.
Y así fue, comenzamos a dejarnos entrar en la vida del otro, a compartir ideas, planes, sueños y temores. Me enseñaste tus cicatrices y como cuidarlas suavemente; jamás vi algo tan hermoso.
Te mostraste siendo vos, dejando tus miedos. Presenciarte calmo junto a mi es uno de mis escenarios favoritos; quisiera poder congelar el tiempo en ese instante, o convertir la escena en una bola de cristal y cuidarte siempre.
Me gusta disfrutarte como si fuera nuestro último día, intensamente y sin privarme del amor que te tengo. Espero que seamos eternos, porque incluso en mis otras vidas me dedicaría a buscarte.
En conclusión, esa pregunta cada día se vuelve menos frecuente, y ya no siento necesidad de responderla; descubrí que tus besos y tu voz me contestan hasta los misterios más profundos de mi corazón...