Miré mi brújula,
había perdido el camino.
Los contrarios eran maestros
que me regresaban al propósito.
Mi traje de mediocre
me hacía culpar a otros.
Rompí las cadenas
de mis creencias;
removí los obstáculos
de mi corazón.
Las normas
eran distractores
qué me quebraban,
distraían,
deprimían.
Entré a tu cancha
a jugar
en el pasto de tu amor;
eras una pequeña gota
que cambió el océano
de mis dudas.
Tus reglas eran universales,
en tu terreno
solo valía la empatía,
la tolerancia,
comprensión,
paciencia,
justicia...
Mi renuncia
es ofrenda al Creador,
paso a paso,
envuelto en paz,
vivo el ahora.
Al caminar a tu lado,
el vuelo de las aves
muestran nuestro amor;
los niños se visten de alegría;
la vejez
es agradecimiento a la vida.
Tú palabra
hace brotar de mi interior
la realización de mi ser,
acto mágico de amor
que reconoce la eternidad de tu alma.
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