Raul Gonzaga
Tu presencia es divina e inmortal
Mi Dios, omnipotente e inalcanzable,
Me postro antes tus pies entrelazado
Y estólido, o mejor dicho humillado
Ante esa presencia inescrutable;
Pasibilidad forzosa y muy viable
Muy honesto ante ti, muy humillado
Y a la vez muy feliz, privilegiado
Bajo tu amparo vivo confortable;
Encontré anticuadas y valerosas
Formas de procurar lo celestial,
Rompiendo el sortilegio de las cosas:
No al apego, fatalmente letal,
No a vanas promesas esplendorosas
Sí a tu presencia, siempre inmortal…