RICARDO FELIPE

CUANDO UN HIJO SE VA

Cuando un hijo se va,

el pecho se llena de latidos,

comienzan a inundar los recuerdos,

extrañas el beso en la frente y sufres

y, poco a poco, se van desprendiendo más lágrimas.

 

Cuando un hijo se va,

a veces también se nos va la vida.

Tú añoras ¿Cómo poder acurrucarlo en su cuna?

Crees que la vida es dura

y te sientes sola cada día.

 

Cuando un hijo se va,

las maletas se van cargadas de bendiciones,

anhelas que enaltezca su nombre y crezca,

porque te das cuenta que el momento ha llegado:

Él ya no es el pequeño que cargabas y besabas frecuentemente,

ni el fastidioso que a veces te decía:

Mami tengo miedo, échate a mi ladito por favor.

 

...Pero cuando un hijo regresa,

regresan también tus ganas y tus ansias,

te das cuenta que él es grande,

que aprendió a caminar por los caminos tormentosos que siempre llegan,

te abraza fuertemente

y sigue siendo para ti el pequeño, que siempre acurrucaste.

 

 

Ricardo Felipe

El último bardo