No tienes la culpa, no del todo.
Mi ingenuidad me venció, fuí quizá vulnerable a tu amor, tu olor y tu atroz sonrisa.
No, no tienes la culpa.
Ahora quien tiene la culpa es este albedrío que nos juntó,
Esa necesidad que está y perdudará,
No tienen la culpa... Ni el viento, ni las olas, ni tu, ni yo.