Veneno que ingresa repentino,
tajante como fuego avivado,
mordiendo garganta con sigilo
y dejando un pecho amordazado.
Desde la cabeza este desciende,
cuan torrente que ferozmente baja,
desembocando miedos en el vientre
que poco a poco se hincha y se raja.
Ansias que secuestran el respiro
cuando intentaba beber la calma
que le despojaron sin permiso,
colocando el futuro de enjalma.
Sofoca desde adentro hacia afuera,
y desde afuera corta los latidos
que por dentro el corazón ya sin fuerzas
prefiere abandonarlos tan heridos.
Que ataque tan brutal, desmedido,
que frialdad de mi mente traidora,
de dispararme desprevenido
ideas negras como la pólvora.
Y este granizo aniquilador
que perfora mi techo resignado
a dejarse inundar por el temor
a vísperas de un mañana negado.