Remeció el aire en su adentro
cúmulo de asfixia
que le hervió el cerebro
como tetera en llama y en furia
sus dos manos apretaron su pecho
pariendo bocanada
se desplomó entonces
sin allár Alma hermana
que le dijera: ¡No caigas!
¡Levántate, vencer puedes!
Se aferró a la vida un instante
dos tres cuarto instantes
y no halló consuelo
por esa calle mojada
en esa mañana de aguacero
sin allár menos Alma hermana
que le dijera: ¡Alma Aferrate!
¡No te mueras, amate!
Aún Alma en cuerpo
tendido todavía en el suelo.
Tristemente, continuó muriendo.