En el semáforo:
un niño,
carita de barro,
ojos de tristeza, está pidiendo monedas a los transeúntes.
Frena un coche, del que baja un hombre.
El hombre se acerca al niño,
saca las manos de los bolsillos y le da un cálido abrazo.
El niño queda mudo, quietecito.
El hombre se va esbozando una sonrisa. El niño se mira las manos y no sabe qué hacer con tanta riqueza,
que no le entra en los bolsillos.