El éter descontento y sus afligidos luceros
fueron mis compañeros en el alba y en la penumbra.
Voy vaciando el dolor dentro de un tarro cervecero,
bebo a oscuras para volverme uno con mi sombra.
El diluvio de mis perlas mojan las cenizas del cenicero
mientras el viento persistente va golpeando la puerta.
Exasperante es estar fumando el último trinchero
y no saber nada de Venus, al parecer está muerta.
Se extravió en aquella cotidianidad llena de espejos,
con cada paso fue borrando las huellas de su existencia.
Demasiado tarde me percaté, ahora de ti estoy muy lejos,
solo me dejaste un amargo sabor y auroras de somnolencia
Ahora utilizo una máscara grisácea para cubrirme el rostro,
eludiendo la enfermedad que portan todas las quimeras
Abro mi ventana, miro el cielo y busco la señal del astro,
pero sólo veo el humo que cubre el casquete de mi esfera.
Espero el momento adecuado para escapar de lo artificial,
sosegando con mi fuerza los pasos de las indomables ansias.
En el más oscuro subterráneo fue creciendo todo mi raigal
alejándome de la urbe y haciendo más extensa la distancia
No soy parte de sus grupos desde hace ya un par de años,
sin querer hacer contacto con tu esfera y el mundo exterior.
Sólo por tu sonrisa me arrepiento, es lo único que extraño,
poder verte dormir y fundirme lentamente con tu calor.
Grandes vientos de melancolía forman en mi un huracán,
cae la tormenta de tus fragmentos,pensaba que ya no dolía
pero su corriente me arrastra fugazmente ahí donde están
mis sueños rotos, alquitrán y un gran rimero de botellas vacías.
Wilberth Alberto Piña Navarro.