Entre las lineas que suspenden el ritmo,
los puntos suspensivos que desvanecen al mensaje,
como presentir que al amor percibo despidiéndose una noche
por sandeces que a su nombre encontré enfermas.
Me embriaga e impregna las mañanas,
y las tardes,
y las noches,
como estupefacientes necesarias carcomiendo por dentro con el tiempo.
La distancia entera
traidora, y mentirosa,
sin ver la realidad en nuestros ojos,
percibiendo un final a medias.
Un cielo estrellado que entre ráfagas invernó a primavera,
después a otoño y saltó al verano llegando a invierno
para prevalecer enormemente ahí,
sin vida, sin instantes.
Bea Ramírez
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