No ha sentido ella el sudor en la frente,
no ha pasado sed, dolor y quebranto,
no ha sentido aún la angustia ni el llanto,
ni ha probado que el cariño esté ausente;
y ni ha contado el minuto doliente,
ni ha palpado en cada instante el espanto,
ni ha perdido aún su vida el encanto,
y no ha dormido en la pena latente;
aún no ha perdido a gente que quiere,
ni ha visto que el pleno amor desconsuele,
ni ha observado la esperanza que muere;
¡No!, ella vive en un sueño que no duele,
ignorando la existencia que hiere,
a la deriva hasta que el mundo la impele.