Ben-.

Autorretrato sentimental-.

De otero en otero,

apuntas directamente

al hueso, y no te quedas

muerto en el estanque

de los suspiros sin eco.

Mintiéndote un rato y,

en otro intervalo, cargando

duramente con tus venas,

vas diseminando tus aullidos,

noble corazón fructífero.

Y en las hojas del invierno,

ves farolillos de penumbra,

tú!, hijo de un común arriero.

Las cabras no te son ajenas,

los montes austeros, ni las uvas

robadas en manada al usurero.

Siempre huele a septiembre

en tu guarida; y, del otoño prisionero,

fabricas y pergeñas

estos extraviados versos.

 

 

©