-¿Es que no escuché cuando llamabas?-
Porque sin llamar, me has escuchado
y en mi sentí tu bendición
pues tu infinita compasión
llegó a mi cuerpo despojado.
Sentí el abrigo de tu palabra
y tu mano en mi destino
renovando gracia y fe,
mi conducta: mi camino,
y me afianzé a tu compañía
olvidando todo olvido,
alejando toda duda,
huyendo a lo vivido.
Mi voz ayer compuesta
por ruinas y cenizas,
hoy se alza con tu aliento
y se tiñe de sonrisas,
abraza luz y huella
del paso de tu esencia,
eres mi sol y estrella:
sublime providencia.
A ti vuelvo mi rostro
y en ti dejo mi espíritu,
la búsqueda termina
donde todo comenzó:
la semilla germina
con quien todo lo creó.
Una vez más pido perdón
a ti: que con amor perdonas,
alabándote en canción:
universal, de amor
en voz de tus idiomas.
Llego a ti de rodillas
a tu puerta marquesina,
tu gracia: que en mi brilla
despierta mi corazón,
en tu casa: mi doctrina,
tu verdad es mi asunción,
con esperanza divina
mi alma hacia ti camina:
en nuestra Eterna Reunión.
©
Hechos 2:21 Y todo el que invoque
el nombre del Señor será salvo.