Cuando era niño
me llamaban Cabezón y Carnaval
me decían Toritó y Garibaldi
y Brigantón y también Ogro
y Totó y también Colotordoc
los que veían el Gato Félix.
No sé cómo no terminé con una crisis de identidad
Cuando era niño
llenaba la batea de agua
y colocaba un vaso boca abajo
dentro del sagrado líquido
para corroborar el principio de Arquimedes.
Y quería saber si las hormigas sabían nadar
por eso las rodeaba con franjitas de agua
encerrándolas en un círculo.
Cuando era niño
quería saber qué hay dentro de los huevos de paloma
y rompí un huevo
y murió el pichón
y lo metimos en una cajita
de plástico transparente
y le dimos cristiana sepultura.
Hasta rezé por el animalito
porque me sentía culpable.
Cuando era niño jugaba con Lassi
y Biqui dormía en mi cama, conmigo
por eso mi viejo se lo llevó y no lo trajo de vuelta.
Cuando era niño yo era Contrax
y vivía en el planeta Turín
en una isla que comenzaba en el polo norte
y terminaba en el polo sur.
Y tenía la fuerza de Superman
y tenía la velocidad de Flash
y tenía la inteligencia de Batman
y tenía la agilidad del Zorro
pero no era ninguno de ellos
porque yo era Contrax
del Planeta Turín.
Cuando era niño
pintaba mis trompos
con el esmalte de uñas de mi madre y hermanas
y el trompo se transformaba
ya no era trompo
se había convertido en nave íntergaláctica
mi trompito.
Cuando era niño
solitario, aislado,
escondido tras la pantalla del televisor
o mejor, entre las páginas de mil y una noches
entre las fábulas de Esopo
o incluso encerrado dentro de mi ferviente imaginación
a ratos encontraba la felicidad
sin siquiera buscarla.
Y ahora que la busco como palito de romero
no la hallo por ningún lado.
Tal vez me convenga
volver a ser niño
recobrar esa ternura
esa capacidad de asombro
esa empatía sin límites
esa curiosidad infinita
y esa sonrisa perpetua
que tenía
cuando fui niño.