UN DÍA PERFECTO
Soy adicto a las rosas
a las ciudades llenas de estrellas
al mar tempestuoso
al rayo, al trueno, al relámpago
al color de tus ojos, brillando
a la perezosa luz del verano
a esa gota de agua que desciende
por el vello dorado de tu brazo.
Soy adicto a mirarte, a tocarte, a sentirte
a tus oscuros pezones erguidos
entre mis labios, mis dientes y mi lengua
al silencioso lenguaje de tu cuerpo
que estalla en mil gemidos como campanas
tocando al viento.
Soy adicto a tus celos
al vehemente verbo de tu enfado
cuando feliz me río de ellos.
Soy adicto, en fin, y en el principio
a pasear solo
a añorarte
y a volver junto a ti para saciarme
como siempre, por siempre y para siempre
con la sensual armonía de tu belleza
sublime contrapunto a un día perfecto.