A orillas del río negro, allí a mí amor encontré,
Con el agua hasta las rodillas, cubierta
Por las ramas del eucalipto, ella
Alertada por los ladridos del perro, me vio.
Estaba lavando ropa, acompañada de su mastín;
Un fiel perrito blanco y negro como guardián.
Por caminos ribereños yo siempre andaba
Cargando al hombro mí atarraya.
Echando ojo sobre la cuenca por ver los peces
Aparecer, más una náyade ante mis ojos, joven
Y bella apareció. Al instante la mano llevóse al
Pecho y su tez blanca de un tono rosa se llenó.
Su bien modelado cuerpo se dejaba ver
Pues solo brasier y bragas cubrían su desnudez.
Son costumbres del campo, donde las mujeres
Aun lavan ropa en los ríos de poca agua.
“No tema, niña de cabellos negros, yo no le haré
Daño”- a duras penas pude balbucear pues su
Impresionante belleza, de mi mente borraba
Las palabras bonitas que yo quería decir.
Ese fue el comienzo de un gran final, nuestras
Miradas se sublimaron, hecho que nos llevó
Al amor. Construimos juntos un lindo hogar
Y ahora tenemos tres hijos para nuestro solaz.
Delalma
20/06/2020