Soy un templo abandonado, sin un mapa, sin un rumbo,
soy un caminante ciego en un camino pedregoso,
puedo ser el lastre, el sobrepeso del naufragio
una tumba sin fecha cubierta de polvo.
Soy la necesidad de memoria para los recordados,
soy la historia en la noche de los sábados
y luego el arrepentimiento, del sexo por despecho…
soy las palabras que otros guardan.
Soy el delirio de la senectud,
no sirvo de pastilla, de placebo
soy un cuervo esperando su cadáver,
estoy siendo lo que más puedo, lo que más quiero.
Suelo ser piedra aguantando la marea,
en otras soy cardumen, pero siempre presa,
soy la piedra del zapato en un atajo sin descanso,
soy la carie de la muela y el pinchazo en la encía.
Soy la droga más barata y la sobredosis necesaria…
no soy un ejemplo ni bonitas costumbres,
soy el tamarugal en sequía,
soy el incendio en el río, siendo puente y sus vicios.
Sería Judas pero fui cristo en casa de herrero,
soy el trote de la muerte, ineludible
pero sobre todo sería todo
si no me hubiera quedando siendo nada.