Si Aquél no tuviere cuerpo
para expresar emociones,
¿cómo disfrutar los colores,
sonidos y movimientos?
¿Será que goza el concierto,
sostenidos y bemoles,
con sus misteriosos dones
que trascienden lo terreno?
Tal vez, etérico y áureo,
receptor de alcance fino
donde puede contemplarlo
con sutileza y estilo:
los errores, risas, llanto
que quedarán en su Libro...