Soy un simple poeta,
ella lo sabe.
Y dice que el poeta es misterioso,
que prefiere tratar con un ocioso
que no hable de rosas ni de aves.
Vivo oscilando en un conflicto:
Ser libre o caer en sus encantos
y pareciera que todo está escrito
cedo a sus enigmas, caigo en su canto,
en esos labios, ¡fruta del cerezo!
Ella no sabe que soy un adicto,
adicto sí,
de su mirada
y de sus besos.
Héctor Cuestas Venegas