Quizá ese día en que te vuelva a ver
seamos unos viejos,
tu un gigante solitario,
yo una mujer ajena.
Tal vez nuestras canas se resalten,
cuando nos miremos a los ojos con arrebato
cuando por dentro al verte sienta fuego
bajo mis piernas donde el edén nace.
Quizá ese día en que te tenga
y las flores aún no estén marchitas
sus pétalos ya colgados pero aún con olor a su pasado
de ese amor de juventud que no fué culminado.
Y le pido al tiempo no hacerme vieja,
que no sea una mujer de aquellas que solo contemplan,
tomarme una taza de café contigo, o una cerveza,
preguntar porque no fuí yo la mujer con quien despiertas.
Quizá ese día en que te vuelva a ver,
te mire tanto y caiga en cuenta,
que el mar que nunca conocimos
es lo que ahora vive y nos mata con misterio entre las piernas.
Bea Ramírez
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