Cuando tu voz escucho,
suenan clarines de violines
en horas bien templadas
que al calor de la alborada
me hace desearte mucho.
Se escucha un peregrino,
es que mi destino y el tuyo
florece marginado,
nunca será un tiempo pasado,
que atrás nos dejó sin escudo.
Sin explicarte el por qué
mis labios húmedos te saborea
cuando pienso enloquecida de placer
mi lengua afuera se recrea
en coqueteo les mojo con saliva
es que al recordarte cuántas veces
me diste tu vida, sin una despedida,
en ese repiquetear de gaviota,
con un poco que la motiva
y tu entorno
me pongo golosa,
tan solo en la imaginación,
recuerdo al escuchar tu voz,
las palabras repetidas
entre tanto gozar.
Dame el infinito de tu elixir
que lo necesito y despierta amar.